Ambientada en el espectacular noroeste americano, la película narra la historia de un niño llamado Kenai, cuya vida sufre un giro inesperado cuando los Grandes Espíritus lo transforman en un oso, el animal que más odia. Kenai se hace amigo de un osezno llamado Koda y se propone recuperar su forma humana. 
Mientras, su hermano (que no sabe que Kenai es ahora un oso) lo persigue para cumplir una misión de venganza en la que está en juego el honor familiar. 


 


 


Kenai, el joven indio convertido en oso por arte de brujería, se reencuentra con Nita, la hija del jefe de su tribu. Kenai conoció a Nita siendo niños, cuando él era todavía humano, y pensaban que nunca se separarían.

Ben Gluck, que ha trabajado en diversos proyectos de Disney, debuta en el largo con esta secuela de uno de los filmes más recientes de la casa, nominado al Oscar a la mejor película de animación en 2004. Aunque la animación tradicional cada vez se usa menos, se nota que está rodada con el nivel de exigencia propio de la factoría. Incide en resaltar los mismos valores que ya estaban presentes en la primera parte, como la amistad, la solidaridad y la importancia de la naturaleza, a través de un guión repleto de humor.